Querida Dani:
Cuando tenía 15 años, recuerdo salir a caminar con mi madre. Llevaba mi blusa blanca de manga corta, corbata, calzones de rumba rojas, calcetines largos de pelerina blanca y sandalias planas. Era una cálida noche de verano, así que estaba usando uno de mis gimnasios más cortos. La parte de la falda de mi jumper cubría mi trasero y un par de pulgadas de muslo. Llevaba una delgada faja amarilla alrededor de mi cintura para acentuar el ajuste.
Tomé la mano de mi madre, ella siempre hacía esto cuando salíamos a caminar. Eso era vergonzoso. Pero esto era habitual. Sin embargo, mi humillación estaba por llegar. Mi madre aún sostenía mi mano se encontró con una de sus amigas. Ella dijo hola, tu hijo se ve muy lindo. Su jumper de gimnasia le queda bien, qué prenda más práctica. Mi madre le dijo a su amiga que está usando "los calzones que le enviaste para su cumpleaños". Levantó la parte de atrás de mi falda para mostrársela a su amiga. Ella dijo que sí, le quedan muy bien. Me entrenaron para no moverme cuando se requería este tipo de exhibición.
La amiga de mi madre preguntó si podía revisar mis calzones, mi madre dijo que sí, naturalmente. Luego puso su mano en mis nalgas y comenzó a ajustar mis calzones y apretar las mejillas de mi trasero. Ella dijo que esos calzones de rumba con volantes eran ideales. Mi madre dijo entonces que no quiero interrumpir, pero mi hijo se había portado mal en la escuela hoy. Como no le dan nalgadas en la escuela, yo le voy a dar. Su amiga dijo que le encantaría quedarse a mirar.
Bueno, mi madre dijo lo azotaré en público y luego lo llevaré a casa. Luego, mi madre se sentó en un asiento público de madera y me ordenó que me sentara en su regazo. Luego sujetó la parte de atrás de mi falda con un imperdible. Luego me dio una palmada con la mano. Luego invitó a su amiga a que me azotara. Esto lo hizo con presteza. Fue una total humillación. Entonces mi madre le dijo a su amiga por qué no me acompañaba a casa. Podemos turnarnos para palmearle el trasero y luego tomar un café.
Marco
Gracias por tu carta Marco. Nuestros lectores habituales reconocerán a Marco como un colaborador fiel de nuestro sitio web, y una vez más no decepciona con esta historia de humillación pública, su madre ciertamente supo cómo controlar a su pequeño y descarriado.
Dani.
Me gustan mucho las historias con azotes/nalgadas, son de mis preferidas.
ResponderBorrarBuenas actualizaciones, ya hacían falta
ResponderBorrarojala y saquen una donde incluyan toallas femeninas
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