Era 1958. Tenía doce años y trataba de ser un niño grande como mi abuela me había dicho que debía ser. Fui a la casa de mi amiga Judy a buscar algunas cosas que me dijo que quería darme. Cuando llegué me invitó a pasar y me dijo que me quitara el abrigo. Me lo quité y ella me entregó otro abrigo. Me lo puse y me di cuenta de que era un abrigo de niña. Intenté abrocharlo y los botones estaban del lado equivocado. Era rojo y me llegaba hasta las rodillas. Empecé a quitármelo y me dijo que me lo dejara puesto y que me lo quedara. Le dije que era un abrigo de niña y me dijo que era el viejo del año pasado y que tenía uno nuevo y quería que yo me quedara con el viejo. No sabía que hacer, no quería herir sus sentimientos, así que dije ok y me fui, había olvidado mi abrigo porque me avergonzaba el abrigo de las niñas.
Regresé a casa y mi abuela vio el abrigo y me preguntó qué hacía con un abrigo de niña. Le dije que Judy me lo había regalado y que quería que me lo llevara a casa. La abuela me dijo que volviera a buscar mi abrigo y que si no era lo suficientemente hombre como para decirle a la niña que no iba a usar un abrigo de niña, merecía volver a caminar con el abrigo de niña.Cuando llegué a la casa de Judy, su madre estaba hablando por teléfono y estaba enojada y no supe por qué hasta que la escuché decir que estaba mal que un niño robara un abrigo de niña. Sabía que estaba hablando de mí y del abrigo que me había dado Judy. Más tarde descubrí que Judy me había tendido una trampa para ser castigado. Mi abuela le dijo a la Sra. Miller que me llevara a casa y que trajera a Judy con ella. Lo que no sabía era que ella traía algo de la ropa vieja de Judy con ella. También recordé la semana pasada cuando llamé a Judy niña tonta y la golpeé en el brazo. Ahora ella se estaba desquitando.
Cuando llegamos a mi casa, la abuela me preguntó por qué robé un abrigo de niña. Le dije que no y que Judy me lo había dado. Le preguntaron a Judy y ella dijo que no sabía que yo lo había tomado y que era su único abrigo. La abuela me dijo que si quería ser una niña pequeña, todo lo que tenía que hacer era decirlo. Le dije que no quería ser una niña estúpida. La Sra. Miller dijo que tal vez él piensa que todas las mujeres son estúpidas. Le dije que no interfiriera en nuestros problemas. La abuela se enojó mucho y me dijo que la siguiera. Fuimos a mi habitación y la abuela me dijo que me quitara toda la ropa. Vi el par de calzones que tenía en la mano y comencé a rogar, pero ella solo me dijo que si no quería ser una niña, no debería haber tomado el abrigo de Judy. Cuando estuve desnudo, se arrodilló y me dio los calzones rosas y me dijo que entrara y supe que lo decía en serio, así que lo hice. Luego me hicieron marchar frente a Judy y su madre con solo las pantaletitas puestas. Se rieron y dijeron lo linda que era. La abuela entonces abrió la bolsa de cosas que la Sra. Miller había traído y me puso un sostén de entrenamiento y una enagua y un vestido muy corto. Me puso unos calcetines blancos que tenían volantes en la parte de arriba, luego unos zapatos de niña. Luego puso el abrigo que Judy dijo que yo había robado. luego unos zapatos de niña. Luego puso el abrigo que Judy dijo que yo había robado. luego unos zapatos de niña. Luego puso el abrigo que Judy dijo que yo había robado.
La abuela entonces dijo bueno, ahora estamos listos para ir al patio de recreo para pasar un buen rato jugando con las otras niñas. Empecé a llorar porque sabía que los otros niños estarían trepando a los árboles y jugando en el tobogán y otras cosas. La abuela dijo: "Oh, mira, la niña bonita está llorando como un bebé, tal vez deberíamos haberle puesto un pañal". Dije "no, por favor, seré bueno". Caminamos hasta el parque y Judy sostuvo mi mano todo el camino. Luego me llevó a un lugar donde las niñas juegan con sus muñecas y cosas de niñas. Uno de mis amigos pasó y me miró divertido como si pensara que era una chica que se parecía a mí.
No pasó mucho tiempo antes de que él y algunos de los otros muchachos se acercaran y vieran que era yo. Todos comenzaron a preguntar por qué estaba usando ropa de niña y la abuela les dijo que le había robado el abrigo a Judy y lo había llevado a casa, así que estaba siendo castigado. La abuela me dijo que fuera a jugar con los otros niños si quería. No quería hacerlo porque sabía que serían malos conmigo. Soy el más pequeño de todos los chicos. La abuela insistió en que fuera a subir un árbol y lo hiciera ahora. Fui con los muchachos y todos se quedaron para verme trepar al árbol y vieron mi calzón y todos comenzaron a señalarme y reírse de mí. Un chico comenzó a cantar. Veo Londres Veo Francia Veo los calzoncitos de Lulú. El nombre se quedó desde ese día en que los chicos me llamaron Lulú. Cuando la abuela vino a buscarme para ir a casa les dijo a todos los chicos que me podían dar una palmada en el trasero por lo que había hecho y diez de ellos se aprovecharon tuve que apoyarme contra un árbol mientras cada uno me daba una fuerte palmada en mis calzones. Mientras caminábamos a casa, la abuela me dijo que saltara adelante como una niña pequeña. Judy comenzó a saltar conmigo y cuando nos alejamos del alcance del oído, Judy me pregunta si iba a insultarla más y la golpearía. Le dije que no y que lo sentía. Judy dijo que aún no había terminado. Cuando llegamos a casa, Judy le preguntó a la abuela si también podía pegarme a mí. La abuela dijo que era justo para ella darle una nalgada a una mariquita ladrona de abrigos. Tuve que acostarme en su regazo mientras me daba veinte palmadas. Estaba llorando como un bebé antes de que terminara. Aprendí a no meterme con las chicas.
Lulú
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