Hola Dani,
Tenía catorce años cuando me fui a quedar con mi tía Sara, ella era muy hermosa. Me gustó mucho. Me llamó para que fuera a la cocina a buscar unas patatas y a lavarlas. Entré mientras ella se inclinaba para sacar una sartén de un gabinete inferior. Se subió la parte inferior de la falda y vi sus calzoncitos de color rosa brillante. No pude hablar durante unos segundos y ella me preguntó qué pasaba y dijo que me veía muy rojo. Fui a la despensa y saqué las papas. Le pregunté en qué tamaño de sartén necesitaba ponerlas. Ella dijo que compraría una y nuevamente se inclinó nuevamente. Pude ver su ropa interior nuevamente.
Esa noche me fui a la cama y me quedé allí pensando en cosas que me gustaría ver hacer a tía Sara. Me acosté en la cama y me quedé dormido y me desperté con el sol brillando a través de mi ventana y la tía Sara gritando "vamos, huesos perezosos". Dijo que desayunara y que quería ir a la ciudad a comprar algunas cosas. Vivía a unas diez millas de la ciudad y tan pronto como desayunamos nos fuimos a la ciudad.
Mientras estábamos en la ciudad, ella me envió a mirar alrededor durante aproximadamente una hora. Ella me entregó cinco dólares. Nunca había tenido tanto dinero al mismo tiempo. El tiempo pareció pasar rápido y yo estaba de regreso y ella salía de una tienda de ropa para niñas.
Llegamos a casa y ella me pidió que le diera de comer a las gallinas y tenía algunas cosas que hacer. Le di de comer a las gallinas y jugaba afuera. Estaba caminando por el borde del abrevadero y me resbalé y caí al barro. Me lavé en el agua e hice lo mejor que pude para quitarme el barro. Cuando llegué a la puerta de la cocina la llamé. La tía Sara me dijo que acababa de poner mi ropa en la lavadora y me dijo que me quitara la ropa y la pusiera en el porche entré al porche y la tía Sara me pasó algo de ropa y me dijo que me diera prisa y me vistiera. rápido.
Tomé las cosas y comencé a revisarlas. Vi un vestido que era como uno de niñas pequeñas, las mangas estaban abullonadas, el vestido tenía una cinta detrás de la espalda. Cogí un par de calzoncitos de algodón rosa y calcetines de color rosa con pequeños dibujos de color morado. Nunca había usado nada parecido, pero tía Sara los miró y dijo que eran merceditas. Las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos. Nunca había usado ropa de niña. Sabía que tenía que ponerme las cosas y no antes de empezar a llorar.
La tía Sara me llamó para que bajara y me dejara ver como una linda niña. Salí del baño y vi a la tía Sara y su amiga de al lado. Empezaron a decirme lo bonita que me veía. La tía Sara me dijo que diera vueltas y dejara que dejara volar la falda, tu falda se levantara. Luego me dijo que mis braguitas eran muy lindas. Todo era tan mariquita. Sara dijo que no podía esperar a ver cómo les gustan a las otras mujeres. Toda mi velada fue aterradora y humillante. Me enojé porque seguían riéndose de mí. Sara me preguntó si quería irme a la cama,, cariño. Dije que sí, quiero irme a la cama. Ambos me llevaron a mi habitación. Me dijeron que me quitara el vestido de mariquita. No pude sacarlo al principio. Me subí el vestido y se atascó y tuvieron que quitárselo a las tías y las dejé atrapadas sobre mi cabeza. Me lo quitó y lo colgó en mi armario. Me quedé desnudo y ella fue a mi cómoda y escogió un par de calzones bombachos de color púrpura descolorido y su pijama.
A la mañana siguiente me desperté con la llamada de la tía para que viniera a ver qué tenemos esta mañana. Caminé lentamente hacia la cocina y vi a cuatro mujeres adultas y cinco niñas pequeñas y se reían y me pellizcaban las mejillas o me daban palmaditas en el trasero. Comencé a correr de regreso, pero la tía me dijo que me detuviera y que no fuera una mariquita atrevida. Me detuve y comencé a llorar y a pedirle que me dejara volver a mi habitación. La tía dijo: "Oh, no, cariño, tendrás un gran verano para ser mi mariquita atrevida". Todos se rieron y yo lloré. Todo el verano me molestaron y me hicieron tantas cosas. Me pusieron pañales, ropa de mariquita y tuve que bailar tanto para las niñas pequeñas como para los grandes. Las chicas mayores se divirtieron haciéndome llorar o teniendo que lavarles las bragas y los sujetadores. También tuve que ver a Shirley Temple en la televisión y tuve que interpretar los papeles y usar el mismo tipo de ropa que ella. Muchas veces pasé sobre las rodillas de la tía y de otras niñas y niños.
Estoy seguro de que surgieron muchas cosas del verano, espero que les haya gustado esta historia. Espero disfrutar mi verano también. Nos vemos el año que viene o antes.
Freddy
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